domingo, 11 de octubre de 2009

Cine: Jew Süss (El judío Suss, 1940)




Me topé con una cinta altamente interesante del año 40. Es un film de propaganda nazi que cuenta la historia de un pueblo alemán que es arrastrado a la ruina por un judío ambicioso e inescrupuloso.
La película tiene dos aristas que me gustaría recoger y que expongo a continuación:

a) El arte como medio para la propaganda:

Si hay algún personaje destacable dentro del siniestro drama nazi es Goebbels.
El ministro de propaganda que revolucionó la manera de vender la política y cuyo legado hasta hoy tiene repercusiones.
Dueño de una imaginación sin límites, pudo diseñar un aparato comunicacional profundo para orientar las acciones del pueblo alemán en pos de una guerra sangrienta y terrible. La clásica pregunta es: ¿cómo Alemania, con sus magníficos teóricos, filósofos , artistas, científicos, pudo caer en manos de la locura avasallante de Hitler y sus aliados? Respuestas hay muchas. La mala situación económica, la humillación de una guerra mundial perdida, la clase política imperante, etc. Pero hay otras razones muchísimo más efectivas. Me refiero al uso del cine.
Goebbels creó estudios de cine donde se hacían películas que tenían por fin concientizar a los ciudadanos acerca de la amenaza latente de los judíos y de como era necesario conquistar espacio vital, eliminar el comunismo y , en definitiva, conquistar el mundo. (En ese artículo se da cuenta de una tradición de propaganda política iniciada mucho antes de la era nazi)
La manera más fácil de dejarse persuadir es mediante la entretención. Cuando a uno le parece emocionante una cosa, pues importa poco si lo que nos hace reír o llorar tiene o no un fondo justo o es cierto, lo que importa en ese momento es la emoción que provoca. Y para un pueblo dolido lo mejor que puede suceder es que alguien le de recetas para levanatarse día a día. En esta película es tanta la información que se da (normalmente una sóla frase o escena resume todo: los judíos acaparan dinero; los judíos no tienen moral; los judíos persiguen a las muchachitas; los judíos creen en el ojo por ojo diente por diente; los judíos solo quieren dinero; los judíos son la lacra social, etc) que no queda más que salir de la sala de cine pensando :"Hey! Ojalá los exterminen". Y así no es extraño que luego se les separe de la sociedad o que se les meta en campos de concentración. Está todo diseñado como una verdad implícita, sutil, que se mete por dentro y se toma como cierta.
Lo dijo el genial Goebbels: "Mentid, mentid, que algo queda". Haciendo el parangón con nuestra querida televisión sería: "Vejad, vejad, que a todos gusta".

b) El actor como instrumento de propaganda:

Difícil rol le tocó intepretar a Ferdinand Marian como judío cazurro e inmoral. Según pude leer, al actor lo habría obligado Goebbels puesto que el primero tenía un sobrino mitad judío al cual le podían pasar cosas no agradables. Cierto o no, el actor puso todo de sí para dejar plasmado en fotogramas al judío más diabólico de cual se tenga memoria. Cercano a un lucifer, logró animar escenas repudiables inventadas por su personaje. En una de las últimas tomas se ve al judío seduciendo a una muchachita. Si ella accedía a sus pretensiones su padre y su novio serían liberados. En un edificio está él con ella, y en el otro, justo al frente, su novio siendo torturado. Imagínense uds. lo que sucedió.
Su carrera terminó dos filmes después. Su vida terminó en un accidente automovilístico, del cual se rumorea que pudo haber sido un suicidio.

El final de la película es abiertamente una declaración de principios nazi. Luego del "juicio" que se le hace al judío, el jurado va a deliberar (Uno de los jurados es el padre de la joven abusada y muerta y, por ende, suegro del joven torturado. Imparcialidad total).
El presidente del jurado dice: "La culpa más grave que cometió el judío, es la verguenza que sobre los cuerpos y almas del pueblo, sembró." Luego en un viejo código (da para otro artículo el uso que hacen de la ley para justificar cualquier acto los alemanes) se encuentra tipificada la conducta del judío: "Si un judío mezcla su carne con la de un cristiano, debe ser ahorcado".
La escena última es obvia: al judío lo cuelgan frente a todo el pueblo y luego el jurado dice: "Todos los judíos deben abandonar Wurtemberg en tres días".

Para el cierre, la cinta vale como un documento histórico acerca de lo que el pueblo concurría a ver a sus salas de cine y también funciona como una respuesta (vista desde la actualidad) a la interrogante planteada más arriba. Son datos todos que permiten acercarse a una realidad increíble que vivió el mundo y que sacudió las conciencias.

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