miércoles, 15 de diciembre de 2010

Crónica del Festival "El Abrazo" 2010


Partimos con mi inseparable amigo Marcelo a eso de las 12:00 hrs desde viña rumbo a Santiago. Llegamos tipo 14:00 hrs.
El calor arreciaba el Parque O´higgins y las filas eran enormes, pero decidimos correr hacia otra entrada. Llegamos y pudimos ingresar a la gran fiesta del “Abrazo”.

El sol brillaba alto y los asistentes llenaban esa verdadera pista de aterrizaje que fue el terreno donde se asentó el concierto.
Miles de personas felices celebraban el estar ahí. Nos comimos una hamburguesa congelada y una Pepsi casi sin gas. Delicioso.
Y partió el festival.
Los Bunkers dieron un muy buen comienzo con sus ya conocidas canciones coreadas por todos. De hecho actuaron de oráculos al cantar “Llueve sobre la ciudad”, cuestión que efectivamente ocurrió más tarde.
Luego un esperado Gustavo Cordera hizo lo suyo entre cumbias y unas coristas de miedo. No toco nada de Bersuit, pero el viejo se anotó golazos con esa cumbia tan latinoamericana de crítica social. ¿A quien no le gusta bailar con la conciencia tranquila?
Después, entrando a las 16:30, más menos, tocó Lucybell. De ahí hasta Babasónicos nos tiramos un rato en el pasto.
Faltaban todavía muchas bandas y había que recobrar fuerzas.

Es así como con Chancho en Piedra volvimos a la cancha y nos deleitamos con ese macro midley que hicieron. Hasta se dieron el lujo de cantar una versión acortada de la “Cantata Santa María” con los legendarios Quilapayún. Maestros.
León Gieco abrió rápido los fuegos con aquel himno de la paz internacional que es “Sólo le pido a Dios”. La verdad es que había harto cabro chico y adolescente, pero junto a los más viejos corearon aquella ella canción como si se tratara del último día sobre la Tierra.
Más tarde, Joe Vasconcellos nos brindó lo mejor de su repertorio bailable desatando la alegría contenida de la semana.
Spinetta hizo lo suyo y además un homenaje a Cerati. Beto Cuevas cantó y entró uno de los más grandes de Latinoamérica: Fito Páez.
Allí el carnaval estaba en su apogeo. Todos bailábamos felices. Conocí un montón de gente que ya ni recuerdo, pero si retengo su buena onda, su respeto, solidaridad (se compartía la comida y el agua) e intensidad. Mariposa Technicolor fue coreado y bailado por todos, como en la infancia más alegre. Re-mató con “Dar es dar” y ahí ya no queríamos más. Genial.
Los Tres hicieron una presentación correcta, pero sin alma. Lástima.
Charly García, además de putear al sonidista, cantó sus grandes temas que lo hacen conocido en argentina como el padre del rock.
Jorge González tocó aquel gran disco que es la voz de los ochenta casi integro. Realmente me sorprendió la calidad vocal del tipo. Pensé que estaba más hecho bolsa. No fue así. Demostró porque es uno de los grandes chilenos rockeros.
Luego se subió al escenario Calamaro quien nos deleitó con Flaca, Paloma, Te quiero igual, Crímenes perfectos, Mil horas y otras tantas de sus bellas creaciones. A esa hora no podíamos más. Los pies se doblaban. El calambre se veía venir y agua no había.
En eso estábamos, cuando aparecieron los maestros de Latinoamérica: Los Jaivas.
Poco que decir, salvo que el sonido fue malo. Lo demás, una dosis de maestría y genialidad que inflamaba el alma.
Cerró Vicentico con canciones nuevas que a nadie interesaron.
Todo terminó tipo 2: 30 am.
Realmente ver en vivo a tantos artistas es una de las pocas cosas que valen la pena en estos tiempos. Generan una buena onda entre todos que da hasta para poder pensar positivo por lo menos esta semana. Ya vendrá la eterna realidad a decirte que no es tan así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario