domingo, 1 de mayo de 2011

Sobre Sabato y tumbas




Me declaro sorprendido y apenado por la muerte de Ernesto Sabato. El Da Vinci moderno.El literato,filósofo, ensayista y físico.
Ernesto Sábato, a sus 99 años, dejó este mundo que tanto le angustiaba.

Como todo alumno de tercer año de educación media en Chile (o como la mayoría supongo) tuve que leer "El Tunel", aquella obra pequeña, pero maestra.
De hecho nunca compré ese libro si no que lo cambié por "El perfume" de Suskind. Mejor permuta en mi vida he hecho.
Lo leí de a poco al principio, pero intrigado desde la primera frase. "Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne".Como si empezar una novela fuera tan fácil.
Y no lo era. Sabato declaró en muchas oportunidades que él quemaba los libros que hacía. Un par de ellos se salvaron gracias a su señora.

Sabato escribió sobre la grandeza y la miseria humana como pocos latinoamericanos. Me hizo entender de qué estaban hechos los héroes y los humanos. Ahí está el Informe sobre torturas y muertes bajo dictadura argentina titulado "Nunca más", en el cual participó.

He leído toda la obra de novela y ensayo de Sábato, salvo "Abaddón el exterminador", que estoy guardando para días mejores.
La conclusión que puedo extraer es que Sabato, sabiendo que la humanidad adolece de graves defectos, siempre en el horizonte posee una pequeña luz que permite avanzar en el día a día. En el hombre habita el ángel y el demonio. De la lucha de ellos nace la realidad.

A Sabato le debo una visión real y profunda sobre la existencia. Realmente un grande se ha ido. Un ser humano sensible. Como pocos quedan.

Una frase de él al término:

"Cada vez que los teóricos invocan al hombre con H mayúscula hay que ponerse a temblar: o guillotinan a miles de hombres con minúscula o los torturan en campos de concentración"

No hay comentarios:

Publicar un comentario