sábado, 14 de mayo de 2011

Paul Mccartney en Chile: una experiencia religiosa



Uffff. Quizás el comentario más difícil de hacer es aquel sobre el desempeño musical solista de uno de los integrantes de la banda favorita de uno. Voy a intentar que no quede nada fuera. Sólo diré que la música de este señor (y en general , la buena música) llega al alma. Ahora les describiré porqué.


I. Preludio al concierto del ícono del rock and pop:

Partimos temprano con mi amigo Marcelo desde Valparaíso. A las 14:30 para ser exactos. El bus puso canciones de Beatles todo el camino y la verdad es que estaba aburrido. Se había promocionado tanto este concierto que lo único que quedaba era presenciarlo. No más voces engoladas publicitando lo imposible de publicitar: la venida del más grande (lo siento Jesús, pero los que somos agnósticos nos movemos por cosas más grandes. Carita haciendo guiño)
Así entonces, llegamos a Santiago, nos bajamos del bus y partimos a... hacer unas compras. Si pues. Cuando a tu mejor amigo se le ocurre justo ese día comprar una calculadora en una estación perdida, debes acompañarlo. Gajes de la amistad.

Finiquitado ese asunto fuimos al encuentro con mi padre que estaba en Santiago y que nos acompañaría al concierto. Comimos algo en un sucucho de mala muerte y partimos al Estadio Nacional. Nos costó estacionar, pero lo hicimos.

Ya desde el trayecto que abarcaba el "estacionamiento" (dos árboles que dejaban un espacio en la acera) se comenzó a vivir esa alegría infantil de ir a ver un espectáculo misterioso. Como si Macca fuera a sacar un conejo gigante de su historia musical.
Nos ubicamos en nuestros respectivos asientos (no lejos; tampoco tan cerca. Muere Ticketmaster. De verdad) y esperamos.


En esos momentos las cosas que hace uno son las siguientes (todas muy pedestres):


a) Ir al baño
b) Conversar de lo que nos costó llegar, pero que bueno que ya estamos sentados (quizás acompañado de un leve grito emocionado y apretón del brazo de la persona que esté al lado)
c) Observar el escenario (con un Dj tocando remixes de... Paul Mccartney) y a la gente.

La última opción es la más rescatable para comentar.
El Estadio no estaba lleno. Dicen los medios 50.000 personas. Pero se notaba en el ambiente que iba a pasar algo especial. Siempre digo que me encanta ver familias completas yendo a conciertos, gente mayor y cabros chicos. Ese día no fue la excepción: desde una abuelita bien abuelita hasta unos enanos que poco recordarían esa experiencia fueron a presenciar al ex Beatle. No faltaron tampoco los viejos sesentones y setentones que revivieron sus respectivas décadas. Toda una fiesta sin parangón.

II. Pase ud. por favor, Sir:

Así las cosas, de un momento a otro, se apagan las luces y aparece él. Su majestad. Sir Paul.
Empieza la primera canción "Hello, Goodbye" y se asoma la que será una de las mejores noches musicales de los últimos tiempos y, como dije antes, el mejor concierto para mí.
Una vitalidad, voz, histrionismo, cancha, buena onda, ganas de pasarlo bien, etc, que hicieron que cada peso valiese la pena (no te mueras tanto Ticketmaster).
Luego se sucedieron la enérgica "Jet" para desembocar al tercer tema en ese clásico que es "All my loving". Volvimos a los 60´ en unos minutos.
"Drive my car" sonó contenida y dio paso a una bonita versión de "Sing the changes". A la vuelta de la esquina comenzaría ya a tocar las fibras emotivas de los chilenos congregados en esa Iglesia: "The long and winding road", supo conmover sin mayores artificios a todos, incluyendo a este feligrés que detesta un poco esa canción por edulcorada y presumida.
Pegadita le siguieron "1985" (Franz Ferdinand le debes algo de tu carrera a esta canción, asúmelo) y "Let em in" (que sencillez al piano y que melodía más hermosa), ambas de la época Wings del señor de Liverpool.

III. Paul Unplugged:

Lo que yo no esperaba era el set acústico que vendría: comenzó con "I ve just seen a face". Temazo country de la banda absolutamente desenchufado, como corresponde.
Después entonó "And i love her" con palitos y todo. Genial.
Luego aquel himno de la mañana conocido como "Blackbird" escuchado con absoluto respeto por el público. Imagínense que allí llevábamos sólo unos minutos de vida en ese Estadio y se pronosticaban tres horas (dos horas y media fue al final), faltando aún toda su etapa más rockera de los Beatles. Increíble.
El bajista de los Beatles derrochaba buena onda y algún par de frases en español bien pronunciadas (cumplió con creces el deber patético de todo extranjero de decir algunas palabras en español para ganarse al monstruo).
Cerró el ciclo acústico con "Here today" dedicada a Lennon. Preciso.


IV. ¿A bailar? No todavía.

Terminada esa canción comienza (?) el verdadero carnaval bailable. "Dance tonight" sería la invitación (de su disco "Memory Almost Full" del 2007) para dejar la melancolía y danzar. Así no más fue.

"Mr. Vandebilt" hizo que todo el estadio gritase Ho hey ho y expresara: Whats the use of worrying. Pero el "lokillo" de Paul nos jugaría una travesura. Lanzó en nuestras caras "Eleanor Rigby". Así como si nos estuviéramos tomando unas “Doradas” y de repente alguien sale con una cerveza importada de Alemania de una reserva natural de cebada (lo siento, pero es el único ejemplo que existe en la tierra para graficar el momento). Eso fue inesperado. Nos acuchilló el caballero a mansalva y obrando sobre seguro (nos tenía en el bolsillo desde que hicimos la fila en Ticket...peste).

Pues bien, como si fuera poco, seguida a ella viene "Something" marcando un punto de inflexión importante en el acontecer de ese día. El Estadio se emocionó con las fotografías que pasaban del Beatle callado (Harrison pues, no se ponga ignorante en esta parte del artículo) y con la original interpretación del viudo de Linda en ukelele. Belleza pura.
Termina ese pasaje de canciones calmadas con "Band on the run" que es el puente perfecto para la sección que vendría luego.

V. Paren el concierto que me quiero bajar: Solo himnos

Se escuchan unos acordes conocidos. No puede ser. ¡La canción más idiota de todos los tiempos hacía su entrada a nuestros oídos! ¡¡OBLA DI OBLA DA!! Muy buena interpretación con toques ska.
De repente se escucha una turbina de avión. "Back in the USSR" nos hizo mover el esqueleto con su rock and roll originario.
"I ve gotta felling" con su desparpajo movió hasta a la abuelita que ya se entumía. "Paperback writer", logró que las voces sonaran parecidas a las que eran en su momento las de los fallecidos Lennon y Harrison.

Todos estábamos prendidos. Ojalá nunca acabara esta maldita noche en que el maldito puerco de Paul tuvo que aparecer en vivo en nuestras vidas. Pero oh sí señores, faltaba MÁS.

Vino entonces (según yo) la mejor canción de los Beatles porque, como señalaba en un comentario en esta Revista, reúne las cualidades básicas de la estructura y sonoridad Beatles, además de ser un prodigio de experimentación : "A day in the life". Ese relato del hombre que lo atropellan y no se sabe quien es, produce pelos de gallina (no es que ponga los pelos de gallina, sino que los produce) en la audiencia. Eso sí, la unió con "Give Peace a chance".
Pero el niño inglés no se andaba con chicas (en estricto rigor sí, y por eso la demanda de divorcio le salio un poco salada), y tocó "Let it be". Así nomás. O sea, estás en el suelo y te rematan una y otra vez. No hay quien aguante. Empiezas a tomarle mala al tipo por ser tan re genial. Yo me atrevería a decir que hasta hubo un chiflido reprobatorio a tanta grandeza.
La verdad, no. Fue Glorioso. Tocando las estrellas.
¿Vamos con otro temita? "Live and let die". Y aquí señores, como dirían los periodistas, se vino abajo el estadio. Se cayó. Se desbarrancó. En 1993 no pasó nada. Ese Estadio estaba esperando para caerse desde siempre. Como si nunca hubiese venido "el Porr". Pirotecnia, ruido, gracia, rudeza, rock del bueno y un piano que desde Jerry Lee Lewis, no se inflamaba de esa manera. Gracias a los Guns and Roses por haber hecho un cover tan bueno, que hasta el compositor de ella (el mismísmo divorciado de Heather Mills) la utiliza en sus conciertos. Bien.

Ahora, un estadio que ya se vino abajo, ¿puede ir más hondo en su desesperación por no creer que tenía en su vientre al dios moderno? SI. El nombre de esa debacle se llama: "Hey jude". ¿Cuántas veces habré escuchado esos 7 minutos y algo que dura esa pieza? Y sin lugar a dudas, la canté a todo pulmón. Hoy no tengo voz, pero ese es otro tema. Una interpretación soberbia. Alucinada.

VI. Bueno, sería todo, linda noche.. ¿o no?


Y entonces, se va el tipo.
¿Uds. creen que hubo un alma en el recinto que no pensó que volvería? Nadie pues. Tampoco tan giles.

Así que entró de nuevo. La cosa era saber que tocaría.
Y nos deleita con tres exitazos: "Day Tripper", "Lady Madonna" y "Get Back". Abatidos en el suelo como espectadores, ya no podíamos más de la gratitud hacia aquel señor de pelo enmarañado y cirugía plástica imperfecta que nos brindaba los mejores recuerdos y emociones. Éramos todos felices.

VII. Amigo inglés... ¡falta una!

Se vuelve a ir y ya la cosa era incierta. Volvía o no. Aún le faltaba su éxito mayor.
¿Qué cree el respetable? Volvió. Y solito nomás tocó "Yesterday". Tremendo. Un genio.
Y luego nos pregunta si queremos seguir rockeando y hace el contraste más fuerte que yo haya presenciado antes. Luego de "Yesterday" se lanza con la pieza más shuperloca de los Beatles: "Helter skelter". O sea, además de todos los éxitos que le pedía el beatlemaníaco medio, sale con esa joyita de tiempos inveterados y de repercusiones no resueltas aún (Charles Manson...). Notable. Prodigio de persona.

Ni muestras de cansancio da y cierra su show con "Sgt. Peppers (reprise) y The End", canción con la que se pone fin a toda la era de los Beatles.


VIII: Conclusión: Concierto celestial


La noche había concluido y yo no lo puedo creer hasta hoy. He ido a ver a muchos grupos, entre ellos: Bjork, Los Jaivas, Los Tres, Angel Parra Trío con Rabanito, Radiohead, Quilapayún, Inti Illimani, Bela Fleck and The Fleckstones, Roger Waters, Deep Purple, artistas del Abrazo, Franz Ferdinand, etc etc. Incluso he visto el Circo de Soleil, dos veces. Pero esto fue otra cosa. Para mí tenía un dato personal como valor agregado: fui con mi viejo que me enseñó a los Beatles. ¿Qué mejor herencia que esa? ¿Qué mejor educación que esa? Grande mi viejo y grande William Campbell (nombre del supuesto personaje que haría las veces de Mccartney, dado que éste estaría muerto).
Sentí, como otras veces, más cerca la divinidad a través de su arma más poderosa, la música, que rezando un Padrenuestro desdibujado.
Nos dijo al principio “Hello” y nosotros respondemos “Goodbye”; cuando quieras vuelve a esparcir la buena nueva.


Pd: el título del artículo es harto ridículo, pero ilustrativo.

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